Evaluación, ¿una habilidad blanda?
Autora: Estefanía Hita Egea, Universidad Internacional de Valencia.
Las habilidades blandas son también conocidas como esas habilidades sociales y emocionales que complementan las habilidades técnicas y son cruciales para el éxito personal y profesional de cada persona.
En un mercado laboral en el que la competitividad aumenta se valora cada vez más la capacidad de trabajar en equipo, la adaptabilidad o la resolución de problemas en un contexto cambiante y globalizado. Todas ellas, habilidades blandas.
Otras, como saber expresarnos de una forma clara, ser empáticos o saber resolver conflictos, no sólo son útiles en el mundo laboral, sino que pueden hacer nuestra vida más fácil y satisfactoria.
La evualuación como habilidad
Saber evaluar información, situaciones o hechos es también una habilidad blanda. Requiere una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes para llevarla a cabo de manera efectiva y justa. Es clave para conseguir que los ciudadanos y ciudadanas tomen decisiones informadas y justas sobre cualquier tema y juega un papel crucial en cómo interactuamos con el mundo que nos rodea.
Hoy en día estamos sometidos a un bombardeo constante de información y disponer de la capacidad de evaluar su veracidad y relevancia es más importante que nunca para tomar decisiones basadas en una reflexión crítica.
La evaluación se utiliza en muchos momentos de nuestro día a día, desde la toma de decisiones a nivel personal hasta la evaluación de desempeño en nuestro trabajo, lo cual implica hacer un análisis de las diferentes opciones y tomar decisiones de la manera más objetiva posible.
Cuando no tenemos capacidad de evaluación, la influencia de los medios de comunicación, las redes sociales o la cultura del entretenimiento determina nuestras posturas y decisiones.
Cultura de evaluación
La evaluación se ve como algo negativo debido a que se suele asociar con puntuación, crítica o comparación, algo que puede generar presión y ansiedad, incluso socavar la autoestima y la confianza.
Pero es posible cambiar esta concepción de evaluación hacia un enfoque de mejora continua y crecimiento, que nos ayude a aprender de los errores y que sea positivo y motivador. El papel de la educación es crucial para fomentar esta capacidad en la sociedad.
Desarrollo educativo
A través de una educación de calidad se pueden desarrollar en los alumnos y las alumnas habilidades críticas o la capacidad de comprensión profunda de los valores y normas éticas, lo que ayuda a las personas a tomar sus propias decisiones en un contexto amplio y complejo.
La diversidad de opiniones y perspectivas es otro aspecto importante que trabajar en las aulas, ya que esto ayuda a los estudiantes a desarrollar una comprensión más amplia de diferentes puntos de vista y a evaluar la información de forma más objetiva.
Existen varias estrategias que pueden ayudar a impulsar la habilidad de evaluación y que se pueden aplicar en cualquier edad o nivel educativo y en cualquier asignatura:
- Proporcionar a los alumnos una retroalimentación que ayude al alumno a mejorar constantemente.
- Incentivar la reflexión sobre la evaluación realizada para que los alumnos sean capaces de detectar cuáles son sus fortalezas y debilidades.
- Enseñar habilidades de pensamiento crítico donde los estudiantes deben aprender a analizar y evaluar información y argumentos de forma objetiva.
- Fomentar el debate con el fin de que aprendan a escuchar y valorar otras perspectivas.
Los niños deben conocer cuáles son las metas a conseguir y la evaluación de estas metas debe de plantearse de forma lúdica y creativa para que aprendan a evaluar su proceso y sus propios logros.
Asimismo, valorar los propios logros puede tener un impacto positivo en el desarrollo académico, emocional y social, por lo que si desarrollan la habilidad de evaluar pueden desarrollar, a la vez, otro tipo de habilidades blandas como la resiliencia o la resolución de problemas.
Proceso de mejora
La actual ley educativa española (LOMLOE), considera la evaluación como un proceso de mejora del aprendizaje y del desarrollo de los estudiantes. Una evaluación que no solo valore los aprendizajes adquiridos sino que también valore la adquisición de ciertas habilidades y aptitudes.
Este enfoque fomenta la motivación y desarrolla la autoconfianza y la responsabilidad, ayudándoles no solo a alcanzar sus metas a nivel académico, sino también a desarrollar habilidades para su futuro.
La evaluación formativa del alumnado no se centra en la medición sino que pone el foco en el crecimiento del estudiante y en la adquisición de las diferentes competencias.
Otro de los retos es la personalización de la evaluación, para que detecte las necesidades individuales de cada estudiante y cómo puede mejorar. Esto puede ser bastante costoso para el profesorado debido a la cantidad de tiempo y recursos que se necesitan para ello.
Evaluarse a uno mismo
Impulsar esta habilidad desde niños tiene una gran cantidad de ventajas, ya que puede ayudar a mejorar la toma de decisiones y la resolución de problemas. Los niños, a través de la autoevaluación, pueden identificar sus fortalezas y debilidades y, en consecuencia, tomar decisiones informadas y resolver el problema de forma efectiva.
La autoevaluación también les ayuda a comprender cómo sus acciones y decisiones afectan a los demás y a desarrollar habilidades sociales y emocionales valiosas.
La evaluación nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos y a los demás, a desarrollar una autoevaluación que, a través de una crítica constructiva, nos ayude a mejorar nuestras habilidades y destrezas.
Por tanto, impulsar la capacidad de evaluación desde niños es vital para preparar a los estudiantes para el mundo actual y futuro. Les permitirá desarrollar habilidades que se valoran, de forma muy positiva, en el ámbito personal y laboral.
Estefanía Hita Egea, Docente y formadora de profesorado experta en tecnología educativa y liderazgo, Universidad Internacional de Valencia.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Acceso al artículo original.