Haciendo los sueños realidad: Bradley Wiggins y el efecto pigmalión
Steve Wheeler es profesor de tecnología del aprendizaje en el Instituto Plymouth de Educación en la Universidad de Plymouth. También es editor de docenas de revistas científicas internacionales como Research in Learning Technology (formerly ALT-J), Digital Culture and Education, EURODL o IRRODL. En uno de los últimos posts de su blog ha publicado una interesante anécdota y reflexión sobre el efecto pigmalión y el campeón de ciclismo Bradley Wiggins.
Los maestros tienen uno de los trabajos más difíciles de la sociedad. No sólo por el ingente número de horas de trabajo (preparando e impartiendo clases así como teniendo guardias), o los innumerables momentos en los que se producen comportamientos desafiantes o disruptivos por parte de los alumnos. Gestionar las fantasías e ideas aparentemente (en ocasiones) absurdas de los niños día tras día, puede hacer que uno se vuelva un poco cínico. Cuando se pregunta a los niños qué quieren hacer cuando terminen el colegio, algunos no tienen ni idea. Otros tienen varias ideas, y uno o dos tienen sus miradas fijas en una meta específica. Nadie debería ridiculizar o reírse de estas esperanzas y aspiraciones. Algunos profesores piensan que lo han visto y oído todo. La mayoría no expresa sus pensamientos en voz alta, pero si lo hacen, puede ser perjudicial para los corazones y mentes de los más jóvenes. Los maestros tienen una responsabilidad importante de nutrir las aspiraciones de los niños e inculcar en ellos el deseo de tener éxito y la determinación de lograr sus aspiraciones. La escuela debe proporcionar los primeros pasos para convertir los sueños en realidad.
Bradley Wiggins (foto) es uno de los atletas británicos que más éxito ha tenido. Ha ganado cuatro medallas de oro olímpicas y también ha logrado coronarse como vencedor de un Tour de Francia. Dice que siempre sabía lo que quería hacer: convertirse en un ciclista campeón. Su maestra recuerda cómo lo trató mientras estaba en su clase.
«No tenía absolutamente ni idea de lo que Bradley hacía fuera de la escuela. Todos los maestros que enseñábamos en el mismo curso nos reunimos un día para poner las notas y alguien me pasó esta carpeta y dijo, ‘mira que risa, lo que ha escrito Bradley’. Lo abrí y leí una redacción que él había escrito sobre su futuro y sobre dónde se veía dentro de diez años. Había escrito que iba a ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos, y también iba a ganar el Tour de Francia, y siento decir esto, pero todos nos reímos».
Le honra a esta maestra admitir que estaba equivocada. «Me siento tan avergonzada, cuando me enteré de su éxito, me sonrojé por el recuerdo de haberme sentado allí y reírme de lo que había dicho».
Bradley Wiggins reflexiona sobre el tiempo que pasó en la escuela diciendo «Cosas como esas que nunca olvidas. Nunca olvidas a alguien tratando de minusvalorar tus sueños». Afortunadamente, tales episodios en su vida lo impulsaron a lograr el éxito que soñaba. Él ha pasado a inspirar a toda una nueva generación de ciclistas y aspirantes a ser olímpicos. Nunca se ría de los sueños de los niños. Podría acabar sintiéndose avergonzado si lo hace.