¿Qué aprendizajes se necesitan para desarrollar la competencia global?
En un artículo previo –El propósito de una educación más global– justificamos la importancia de una educación global para un mundo tan acelerado como el que vivimos, y ahora profundizaremos en las habilidades que conforman la competencia global y en las características de los aprendizajes necesarios para su desarrollo. Pero primero es fundamental definir qué es la competencia global.
Entendemos por competencia global la capacidad y disposición para comprender y actuar con respecto a temas de relevancia local, intercultural y global, que conduzcan hacia la construcción de sociedades inclusivas y sustentables.
Pensamos que priorizar esta competencia global (que no deja de lado lo local, sino que lo inscribe dentro de los diálogos que se propician con el alumnado), enfatizarla como una buena parte del propósito de la educación, la vuelve inclusiva y holística con respecto a los jóvenes de hoy.
Las cuatro capacidades que conforman la competencia global
Consideramos que hay cuatro grandes capacidades en torno a la competencia global. Las ilustraré con algunos ejemplos de cómo las podemos desarrollar en el aula.
- Examinar asuntos locales, globales e interculturales. Lo que se buscará primero es disponer a los estudiantes a la indagación de su realidad cercana y progresivamente ampliarla. Por ejemplo, con los alumnos de 4.º grado, se podría examinar el impacto que tiene el calentamiento global en distintas zonas costeras de Sudáfrica o Norteamérica. Para esto, pueden hacer experimentos con hielo contenido en una bolsa de plástico para observar su derretimiento sobre una maqueta en la que haya varios relieves con casas que representen diferentes comunidades. Se trata de hacer un micromundo de lo que está ocurriendo en el macromundo para generar así una comprensión profunda de los impactos que enfrentarán los habitantes de ciertas regiones costeras debido al calentamiento. Por ejemplo, con los más pequeños (de tres a cinco años), se puede comenzar el desarrollo de esta habilidad indagatoria sobre la naturaleza al procurar que se asombren y enamoren de ella, por medio del contacto directo, representándola con dibujos o echando mano de otros materiales. Esto es una muestra de cómo a edades tempranas se puede iniciar el desarrollo de esta capacidad.
- Comprender y apreciar las perspectivas y visiones del mundo de otros y las propias. Puedo ilustrar esta capacidad con el caso de una maestra que usa ejemplos de afrolatinidad para generar comprensión en ciertas prácticas culturales o religiosas, como lo es la santería, por ejemplo. Ha buscado que los alumnos manifiesten respeto ante posturas que no son las suyas, como lo puede ser el caso del sacrificio de animales, y procurar el desarrollo de la empatía o mínimamente comenzarla con la comprensión del punto de vista del otro, esto ya en sí es importante.
- Interactuar entre culturas de manera abierta, apropiada y efectiva. Un buen ejemplo para desarrollar esta habilidad es lo que lo hacen en una escuela que cuenta con alumnos provenientes de muy diferentes culturas y que promueve año con año que se compartan oralmente historias de sus distintos lugares de origen, para escribirlas y editarlas en un libro (publican uno cada año). Esto permite ver cómo los chicos aprenden a escuchar y también a emplear distintos lenguajes (visuales-gráficos, manuales, artísticos y escritos) para poder comunicar mejor y transmitir más eficazmente la esencia de su mensaje, su idea, su base cultural.
- Participar por el bienestar común y el desarrollo sustentable. Esto implica preparar a los chicos para la acción y se posibilita cuando se ven empoderados para hacer una diferencia que los deja realmente motivados para mejorar su entorno. Como ejemplo está la labor de Wangari Muta Maathal, la premio Nobel de la Paz que invita a que cada persona haga “una pequeña cosita” para mejorar el mundo. Con ese propósito ella dice: “Mi pequeña cosita es plantar árboles, ¿cuál es la tuya?”.
¿Qué tipo de aprendizajes tratamos de desarrollar?
Para diseñar la enseñanza es necesario definir o caracterizar el tipo de aprendizajes que estamos buscando desarrollar en el alumnado, por lo que es preciso tener la claridad de que estos deben ser:
- Relevantes: Temas que son visiblemente importantes, aquellos de los que no hay que convencer a los chicos porque naturalmente ellos perciben que son realmente de impacto en la vida de las personas (el calentamiento global, el desarrollo sustentable, la multiculturalidad en nuestra escuela).
- Profundos: No son aprendizajes livianos, están apoyados en las asignaturas que enseñamos; por ejemplo, ¿qué le podemos pedir a la Antropología como ciencia para que nos ayude a entender mejor el concepto de “cultura” o de “identidad”?
- Duraderos: Esto es particularmente esencial, pues pensamos que no tenemos tiempo en el currículo para las competencias globales, pero desarrollar los aprendizajes con ellas permiten que luego las personas miren atrás en su formación y consideren saberes que aún les son útiles en su vida de adultos.
- Sociales: Que se construyan en convivencia con los otros; no se trata de saberes que pueden desarrollar solos, sino que sean madurados en equipo y luego terminen por ser conformados en el grupo completo.
- Auténticos: Son aprendizajes de verdad, no son solo saberes que quedan para una tarea escolar, sino que generan utilidad real y sentido para la vida de los alumnos.
Esta idea del aprendizaje dista mucho de aquella visión que se centra en la mera memorización (de capitales, por ejemplo), sino que implica mirar cuáles son los grandes temas de la humanidad de hoy y mañana, aquellos que sistemáticamente van a aparecer constantemente como preocupación de la sociedad o la humanidad. A estos aprendizajes es a los que hay que prestar atención.
Verónica Boix Mansilla se graduó en la Universidad de Buenos Aires y cuenta con maestría y doctorado en Educación por la Universidad de Harvard. Es investigadora principal en Project Zero de la Escuela de Posgrado de Educación de la Universidad de Harvard, y cofundadora de L@titud, la iniciativa latinoamericana para la comprensión y el desarrollo, y el Instituto Future of Learning en Harvard. Además, es asesora de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el área de educación global para un futuro inclusivo y sustentable, del Bachillerato Internacional y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) dedicadas a la Educación para la Ciudadanía Global.