Pequeños genios: ¿funcionan los métodos para rendir más?
Autora: Lidia Arroyo Navajas
Desde finales de los años 90 del siglo pasado, la escuela y las familias se han mostrado interesados en potenciar las habilidades cognitivas de los más pequeños. Ante la idea de convertir a los niños en genios a una edad precoz, que además sean capaces de destacar en diferentes disciplinas, aparecen numerosos métodos sin base científica que garantizan resultados óptimos en poco tiempo.
La mayoría de estos métodos no tiene una base científica, ni sus efectos están demostrados.
Kumon y Doman
Uno de los más conocidos y que ha llevado a más familias a invertir tiempo y dinero es el Método Doman. En los años 50, Glen Doman, neurólogo afincado en Filadelfia, desarrolló un método de aprendizaje de la lectura en un principio enfocado a niños con lesiones cerebrales. En un primer momento el centro se ubicaba en Filadelfia. Allí acudían cada seis meses familias de todo el mundo buscando una solución a los problemas de sus hijos, desde dificultades de aprendizaje a discapacidades por daño cerebral, a razón de miles de euros por visita.
El método se popularizó y a finales de los 90 era extraño no encontrar una escuela infantil que no contase con los BITS de Inteligencia, otra vertiente del método ideada para favorecer el desarrollo cognitivo de los alumnos más pequeños. Hoy en día este método ha caído en desuso y ya no se utiliza en prácticamente ninguna escuela.
Aun así, en muchos colegios calan con facilidad prácticas educativas que, si bien en la mayoría de los casos no producen un daño directo en el niño, sí suponen un desembolso económico importante y una pérdida incalculable de tiempo que se podría dedicar a metodologías o programas con evidencia científica, sobre todo con niños con trastornos del neurodesarrollo.
Otro de los métodos aún presentes en la actualidad es el Método Kumon. Dicho método, inventado en 1954 por Toru Kumon, profesor de matemáticas, persigue optimizar al máximo el potencial del niño y su pasión por aprender. En un primer momento el método se centró en las matemáticas, a continuación también abarcó el aprendizaje de la lectura y en la actualidad ya tiene un método propio de aprendizaje de la lengua inglesa.
A pesar de haber recibido numerosas críticas, en algunas ciudades es fácil encontrarse con Academias Kumon.
El método Tomatis
Otro ejemplo lo encontramos en el Método TOMATIS, un programa de estimulación neurosensorial. Su objetivo es mejorar las habilidades de escucha y de comunicación. Alfred Tomatis fue un otorrinolaringólogo que se dedicó a estudiar las estrechas relaciones existentes entre la voz, el cerebro y el oído.
Según sus creadores, TOMATIS puede ayudar tanto a pacientes con déficit de atención e hiperactividad, como dislexia e incluso autismo. Una revisión de estudios realizada en 2004 revela que el Método Tomatis ni cura ni mejora sus problemas vocales o comunicativos.
Otros investigadores comprobaron en 2008 que, al realizar uno de sus cursos, los pacientes no mejoran más que los pacientes del grupo de control que recibieron una intervención placebo.
Método pomodoro
Más que un método, esta técnica que se ha vuelto a popularizar recientemente gracias a las redes sociales consiste en una manera de gestionar el tiempo de estudio o de trabajo. Se trata de dividir el tiempo en bloques breves, de unos 25 minutos, en los que dedicarse a una tarea determinada de manera intensa, intercalados con pequeños descansos.
El nombre viene de su inventor, el italiano Francesco Cirillo, porque usaba para cronometrar estos intervalos un reloj que tenía forma de tomate (pomodoro en italiano).
Aunque se ha investigado poco, hay algunos estudios que indican que hacer paradas o descansos breves y regulares mejora la productividad y reduce la fatiga mental. Desde el punto de vista cognitivo, marcarse metas específicas y priorizar las tareas ayuda a la concentración y a un sentimiento de logro.
Necesidades familiares sin respuesta
La preocupación de los padres por compensar las dificultades de sus hijos con trastornos del neurodesarrollo o trastornos de la conducta propicia la emergencia en la búsqueda de soluciones. Muchas familias llegan a gastar grandes cantidades de dinero en pseudoterapias que no ayudan en absoluto al desarrollo de las habilidades del niño.
Ninguno de los métodos expuestos en el artículo posee ninguna evidencia científica que respalde su eficacia. Esto es, no se han realizado estudios rigurosos que demuestren cómo el uso del Método Doman, los bits de inteligencia o el Método Kumon producen cambios significativos en la capacidad intelectual del niño. De la misma forma, tampoco se han realizado estudios que evidencien mejoras en la motivación, atención o memoria de niños entrenados bajo este método.
Es importantísimo que, antes de iniciar una terapia, los padres consulten con los especialistas para verificar la evidencia científica del método en cuestión.
Lidia Arroyo Navajas es profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de Valencia.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation (con licencia CC BY-ND) y se reproduce aquí por su interés educativo.